Luz eléctrica (電気/denki)

Dicen por la tele, comentan por las redes y se lamentan mis amigos que el precio de la luz está imposible. Y conforme la tarifa del quilovatio alcanza nuevas cimas, yo no puedo más que recordar la impúdica exhibición de luces, colores y sonidos de cualquier ciudad asiática y preguntarme que cómo coño lo pagan. ¿O es que tienen granjas de pikachus por todo el territorio para saciar su adicción al neón?  

Pika Pika en Shinjuku, Pinterest

Como de costumbre, la relación de los japoneses con el hada electricidad me parece algo ambivalente. Junichiro Tanizaki, en el que es quizá el momento más cómico y escatológico de su famoso ensayo sobre estética nipona, El elogio de la sombra, reflexiona sobre los retretes occidentales de principios del siglo XX.  ¿Cómo pueden los americanos hacer sus necesidades en un sitio con tanta luz? La dichosa bombilla deslumbra e inhibe. Y ya si nos ponemos a hablar de arte o de rituales (lo que en Japón viene a ser lo mismo), esa nueva iluminación eléctrica aplana contrastes y borra matices. Por el contrario, en la penumbra de un templo o de una casa tradicional iluminada por el fuego tenue de un brasero, los reflejos fugaces se convierten en las más evocadoras visiones y sugieren los sentimientos más delicados.

Las noches de Edo según Utagawa Hisroshige (1797-1858)

Pero entonces, ese maremoto lumínico que inunda cada noche sus ciudades, ¿es un capricho reciente? ¿otro ejemplo de cómo cuentan que abrazaron la modernidad sin mirar atrás? Tampoco estoy seguro. En el lejano oriente, no esperaron la llegada de la electricidad para explorar la vida nocturna y sus placeres indolentes. Mientras en el Madrid de los Austrias la caída de la noche significaba cerrar a cal y canto la puerta de casa, y quedarse fuera era arriesgarse a un encuentro sangriento con algún buscavidas embozado, en el Edo de los Tokugawa, un ejército de trabajadores se afanaba en encender las linternas de piedra y los farolitos de papel que permitirían a los barrios nocturnos mantener la actividad hasta el amanecer.

El Dios del viento y el Dios del trueno
Ogata Korin, (1658-1716)

Al igual que el castellano, el japonés puede usar la misma palabra para referirse a la luz y a la electricidad. Así es en expresiones como “enciende la luz”, “se ha ido la luz” o, de rabiosa actualidad, “el precio de la luz me incita al harakiri”.  A diferencia de nuestra lengua, el japonés se ha decantado por usar en todas estas expresiones la palabra denki (), electricidad, lo que da algo así como “enciende la electricidad”, “se ha ido la electricidad”, etc. Dos bonitos kanjis la componen. El primero, , remite a la electricidad propiamente dicha y a su vez se divide en dos raíces, lluvia y trueno.  Lo encontramos en multitud de nombres de objetos que usan la electricidad. También en el nombre propio del Dios del Trueno, Raiden, uno de los dos orgullosos guardianes que protegen la entrada de muchos templos. Aunque antes de ejercer este rol protector, Raiden era un dios del engaño que asolaba el archipiélago con sus travesuras. El mítico héroe Sugaru lo capturó y amansó y desde entonces Raiden hace que llueva generosamente y hasta descarga su furia sobre los enemigos de Japón, como en la sagrada tormenta que impidió la conquista mongola. La electricidad vista como una fuerza peligrosa de la naturaleza, final y felizmente domesticada. Hasta llegar a la actualidad, en que otro dios eléctrico bondadoso nos sonríe a la entrada de muchos comercios: el omnipresente Pikachu, cuyo nombre deriva de la onomatopeya Pika Pika que hace la luz al deslumbrar.

El Eva Nº 1 cargado de esperzanza, sin presión, Hideaki Ano

El segundo Kanji es ese concepto tan oriental, intraducible y polisémico del ki (), en chino qi o chi, que puede remitir en sus infinitos usos a los sentimientos, la mente, el aire, la salud, el humor o la energía, por no entrar en terrenos esotéricos de flujos y respiraciones del dragón. Lo que permite a su vez infinitos juegos semánticos en sus representaciones gráficas y, concretamente, en el manga y el Anime. Uno de los ataques más famosos de Son Goku es el Genki Dama (元気玉),la gran bola que concentra la energía y esperanzas de la humanidad. Me gusta imaginar que en Evangelion, el famoso disparo de positrones con el que Shinji derriba al quinto ángel es una actualización realista de esta genki (¿o denki?) dama: concentrando durante un segundo toda la energía eléctrica de Japón en el gigantesco rifle de positrones de NERV, el EVA proyecta también todas las esperanzas y sentimientos del país.   

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